Violeta no se tomaba la molestia en ver a cualquiera que iba en bicicleta eléctrica, pues ni siquiera miraba; de repente, la muchacha que estaba a su derecha señaló la bicicleta sorprendida y tiró de la joven con una mano.
—¡Violeta! ¿Esa no es Ariadna?
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