Al ver al hombre inconsciente, los otros tres se quedaron boquiabiertos. Conocían muy bien la falta de tacto de Hernán; sabían que nunca pensaba dos veces antes de hacer o decir algo. Sin embargo, no pudieron evitar paralizarse de la sorpresa al ver cómo noqueaba al hombre. Javier fue el primero en salir del asombro.
—¡Bueno, esto es espléndido! —exclamó mientras aplaudía con dramatismo—. Pasamos años persiguiendo a este hombre para usarlo como carnada, ¡y tú lo mataste!
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