Incluso aunque Valentín no le dijera nada, le hubiera rescindido el contrato.
Después de subirse al auto, Valentín aceleró hasta la casa. No fue a la residencia Navarro, sino a la mansión Lago de los Arces. Cuando llegaron, la herida en el cuello se había comenzado a esparcir. Al ver lo enrojecida que la tenía, Valentín apretó los puños y comenzó a culparse por no haber protegido a Ariadna y causarle una experiencia tan traumática.
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