Luego de irse de la tumba de su madre, Ana caminó sin rumbo por las calles. Sentía un inmenso vacío en su interior, como si no tuviera sentimientos. De repente, pensó en Valentín, a quien habían llevado al campo de esclavos, y sintió interés, así que fue hacia allí.
—¡Señorita Ana! —Cuando Demetrio la vio acercarse, caminó hacia ella con una gran sonrisa.
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