—Bueno. —Al terminar de hablar, Ariadna le dio un empujoncito en el pecho—. No quedes al descubierto, así que vete.
—¿Irme? —Valentín frunció el ceño—. ¿Qué quieres decir? Se me hizo tan difícil escabullirme y estuve tan poco tiempo aquí. ¿Por qué me echas?
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