«El aspecto no es malo y la salsa también parece apetecible, pero me pregunto qué sabor tiene realmente». Susana rio para sus adentros. «Son solo ravioles. ¿A qué más podrían saber?». Sacudió un poco la cabeza y se metió el tenedor en la boca.
Al momento siguiente, todo su cuerpo quedó petrificado ante aquel sabor fuera de ese mundo. Enseguida entendió por qué los estudiantes hacían esos comentarios, de hecho, se sintió muy afortunada de poder probar esos ravioles. Incluso le recordaron momentos en los que solía comer lo mismo con todos los miembros de su familia cuando su marido aún vivía. Por desgracia, ya todo eso no era más que un recuerdo. En ese instante, las ganas de llorar la invadieron.
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