Sorprendido por el movimiento repentino de Ariadna, Valentín quedó recostado sobre la cama. Luego, ella se subió encima de él. Sentada sobre su cuerpo, la joven lo tomó del rostro con ambas manos. En ese momento, a Ariadna le latió muy fuerte el corazón al ver un suave rubor en la usual expresión apática de Valentín. «Es extraño verlo ser tímido». Tras ver la expresión en su rostro, Ariadna ya no sintió nervios; de hecho, sonrió de forma traviesa.
—Valentín, parece que te caes con mucha facilidad cuando te empujan.
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