Sin dejarse intimidar por su voz autoritaria, como tenía más poder y era una de las favoritas de la reina, Miranda se limitó a mirarlo con desprecio.
—¿Y qué importa si es una invitada especial del rey? —lo provocó de manera arrogante—. Su guardaespaldas golpeó al príncipe y sabes tan bien como yo que es un delito agredir a un miembro de la familia real.
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