A veces, las personas tenían que esperar la situación perfecta para llevar a cabo su plan. Ariadna llevaba esperando mucho tiempo, por lo que no le importó esperar un poco más. Su paciencia y determinación persistirían hasta el final.
Al mediodía, Hipólito estaba en casa para comer y ambos se sentaron uno frente al otro mientras comían en silencio. Ariadna notó que Hipólito suspiraba y dejaba sus cubiertos mientras miraba el asiento que solía ocupar Cintia. Llevaban diez años casados, así que era normal que Hipólito la echara de menos. Mientras prestaba atención a todo, Ariadna esperó el momento adecuado para hablar.
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