Cualquier persona que no se preocupara por su madre, sería tan desalmado como un asesino. Debido a eso, al final permitió que Ariadna regresara; sin embargo, no sabía si había sido la decisión correcta.
El auto de Valentín ya no estaba a la vista, ni siquiera el tubo de escape; fue como si nunca hubiera estado allí; así que Humberto suspiró y dio media vuelta para volver a ingresar en la casa.
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