La voz de Ariadna era música para sus oídos, hizo que esbozara una sonrisa y la lentitud de sus pasos desapareció. En el pasado, Arón la había llevado con la intención de casarse con ella porque creía que era una mujer interesante, pero, en ese momento, se sentía atraído por ella por la calidez que emitía de forma inconsciente y que lo tranquilizaba.
—Ari, ¿me puedo quedar contigo? Me siento muy solo en mi casa. —Trató de aferrarse a la calidez que había encontrado al exponer su vulnerabilidad.
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