Debido a su entusiasmo, Ivana se sonrojó mientras le pestañeaba; su modesta e inocente mirada se habría ganado el corazón de muchos hombres. Desde luego que Mario sucumbió ante sus encantos; no obstante, la miraba de manera dubitativa.
«¿Acaso no fue ella la que me pidió que entrara a esta habitación? ¿Por qué me pregunta eso?».
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