«¿No conseguimos el trabajo? ¿Tan estrictos son?». Justo cuando la mujer pensaba qué otra cosa podía hacer, sonó su teléfono y se apresuró a ver el correo electrónico que acababa de recibir.
—¡Valentín! ¡Me contrataron! —gritó Ariadna de alegría. Pensó que él no la había oído, así que corrió a la cocina donde él estaba—. ¡Conseguí el trabajo! Ahora puedo salvar a ese niño.
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