Cuando el estrímer vio las respuestas, se sintió muy satisfecho. Después de todo, ya no tendría que hacer la entrevista y podía unirse a la fila. «¡Puedo probar los otros platos de La cocina de María!». Mientras pensaba en ello, se acercó para ubicarse en la fila.
Contrarios a su felicidad, los admiradores de Ariadna, quienes esperaban por los ravioles en el estand, estaban exasperados. Si bien estaban contentos de que apreciaran el sabor de esas pastas, no podían sonreír porque los odiadores se habían terminado la última tanda de ravioles.
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