Cuando Ariadna lo vio, sabía que había elegido el atuendo correcto. Aun así, no pudo evitar preguntarse por qué a los hombres les gustaba ver a las mujeres con esa clase de vestimenta ya que, después de todo, tendría que quitarse la ropa al final. Ese no era el mejor momento para ponerse a reflexionar en ello. Se acordó de lo que había visto en Internet y siguió las instrucciones. Reprimió la vergüenza y se desabrochó los botones, pero de repente se quedó atorada después de dos botones.
La forma en la que Ariadna se alarmó hizo que Valentín sintiera mayor atracción y tragara saliva de forma inconsciente. «¿A dónde aprendió a hacer eso? Esto me hace sentir tan… satisfecho».
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