Al enterarse de que Ariadna sería quien la operara, Susana se puso feliz, en especial porque sabía lo buena que era su nuera. La joven se quedó con ella hasta la noche. Durante el día, le había enseñado cómo jugar al póquer con el teléfono, ya que tenía miedo de que la mujer se aburriera. Susana había pasado un gran momento jugando toda la tarde.
—Mira a este hombre, Sol. ¿Es un robot? ¿Cómo puede jugar a las cartas tan bien? Me está haciendo enojar.
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