Capítulo 2 La verdadera hija
En la casa de los Sandoval, todo el lugar estaba preparado para una fiesta de cumpleaños.
Soledad Sandoval, quien llevaba un vestido de Louis Vuitton de la última temporada, estaba rodeada de miembros de la alta sociedad que la adulaban.
—¡Soledad, tu vestido es hermoso! Es como una galaxia.
—Este es el vestido de la edición de primavera de Louis Vuitton, ¿verdad? Ni siquiera pude alquilarlo, ¡pero tú conseguiste comprarlo! ¡Tu padre es tan bueno contigo!
—Feliz cumpleaños, Soledad. Escuché que Samuel Silva te ofreció un papel. Definitivamente vas a ser la actriz más popular del año. No te olvides de nosotras cuando seas famosa.
—¿A quién le importa la industria del entretenimiento? Soledad solo está ahí para divertirse. ¿Quién es ella? Ella es Soledad Morales. Es tan fácil para ella ser famosa.
—Muchas gracias —pronunció Soledad mientras ocultaba el regocijo en su mirada—. Déjenme ir a ver cuándo viene el pastel.
Cuando Soledad regresó a la mansión, casi choca con su madre que se dirigía al exterior.
—Madre. —Mientras bajaba su tono de voz, susurró a Cintia Morales—: ¿Regresaron los hombres de mi primo? Hoy cumplo veinte años, no quiero que los demás se enteren de que en nuestra familia hay una niña que fue secuestrada por traficantes de personas.
—Que no haya noticias es una buena señal —murmuró Cintia mientras acomodaba de forma cariñosa el borde de la falda de Soledad—. No te preocupes, no podrá regresar. Incluso si lo hace, los traficantes la vendieron a un pueblo lejano. ¿Qué puede hacer una campesina como ella?
Soledad asintió con la cabeza. De hecho, una parte de ella deseaba que la campesina pudiera regresar, de ese modo, ella podría saborear el hecho de ser la verdadera hija de una familia adinerada.
—Malas noticias, señora Sandoval —gritó el ama de llaves mientras ingresaba corriendo—. Un helicóptero de los Navarro aterrizó en el césped de afuera.
—¿Los Navarro? —Los ojos de Soledad se iluminaron—. Madre, dime, ¿crees que papá invitó a Valentín Navarro?
Cintia también estaba sorprendida.
Aunque los Sandoval dirigían uno de los mejores negocios del país, y eran una de las familias prominentes del Distrito Jade, los Navarro eran una de las familias más importantes del mundo. Valentín Navarro era el heredero del Grupo Navarro y los Sandoval aún no tenían la capacidad de invitarlo a la fiesta de cumpleaños de su hija.
«¿Tal vez Valentín piensa que el acuerdo de negocios con nuestra familia es importante?»
—Vamos a echar un vistazo. —Cintia estaba perpleja, pero era una sorpresa agradable para ella.
«Si nuestra familia consigue establecer una relación con los Navarro, ya no tendremos que preocuparnos por nada».
Después de que madre e hija retocaran su maquillaje, corrieron entusiasmadas hacia el jardín. Para entonces, un grupo de trepadoras ya se había reunido en el lugar. En cuanto Soledad se acercó, los miembros de la alta sociedad se agolparon a su alrededor con miradas de envidia.
—¡Soledad, en verdad invitaste a los Navarro! Eres increíble.
—¿Cómo no me dijiste algo tan importante como esto? Debería haber contratado a un maquillador profesional para mí.
Soledad sonrió, pero se burló para sus adentros.
«Los Navarro están aquí por mí. ¿Por qué tendrías que maquillarte? Debo haber captado el interés de Valentín en la ceremonia que celebraron los Navarro el mes pasado. ¡Pronto seré la señora Navarro!»
En ese momento, la puerta del helicóptero se abrió despacio. Mientras todos miraban expectantes, una joven con ropas harapientas bajó del vehículo. Era una joven delgada con el rostro cubierto de suciedad y polvo, lo que ocultaba su aspecto original de los presentes. Incluso su cabello estaba enmarañado, como si no hubiera lavado su cabeza en todo un mes.
—Qué…
Todos voltearon a mirar a Soledad y aquellos a los que no le agradaba comenzaron a burlarse.
—Soledad, ¿esta es tu estimada invitada? ¿Una pordiosera?
—¿Quién eres tú? —preguntó Soledad mientras se abalanzaba furiosa sobre la recién llegada—. ¿Quién te crees para venir a mi fiesta de cumpleaños?
—¿Fiesta de cumpleaños? —Al instante, Ariadna se dio cuenta de quién era aquella chica arrogante.
Los demás sabían que ella era la hija adoptiva de Cintia, pero el detective le había dicho a Ariadna que Soledad era en realidad la hija ilegítima de Cintia e Hipólito.
«Ni siquiera sabe si su hija verdadera está viva o muerta, ¿pero celebra una fiesta de cumpleaños para su hija ilegítima? ¡Ja!»
—¿Quién soy? —Ariadna fijó su mirada en la chica—. La verdadera…
—Tú…
—La verdadera hija de tu padre —agregó Ariadna justo antes de que Soledad perdiera los estribos.
Soledad se paralizó y los presentes se mostraron muy interesados en ver cómo se desarrollaba la escena.
—¿T-tú eres Ariadna Morales? —tartamudeó Soledad cuando volvió en sí.
«¿La campesina? Ella es… realmente una campesina, ¿eh?»
Por fortuna, Cintia era más inteligente que su hija y se apresuró a adelantarse.
—Ariadna ¿eres tú? Te he esperado durante mucho tiempo. Mi pobre niña, por fin regresaste…
—Hola, tía Cintia. —Los labios de Ariadna se curvaron—. Ha pasado mucho tiempo.
A pesar de la sonrisa en sus labios, su tono era sarcástico.
«¿La hermana menor de mi madre se casó con mi padre? ¿Mi padre se casó con mi tía? ¿Qué tontería es esta? Algo debe estar sucediendo».
Los invitados comenzaron a susurrar entre ellos.
—He oído que la señora Sandoval era la hermana de la anterior señora Sandoval.
—Esta debe ser la señorita Morales, quien fue secuestrada por traficantes de personas hace diez años.
—Los Sandoval solían ser Morales; Hipólito Sandoval se casó y se unió a la familia Morales con su apellido. Cuando María Morales murió, todos los Morales adoptaron el apellido Sandoval.
—¿Eso ocurrió en verdad? ¿En serio…?
Al oír los comentarios, la vergüenza inundó la mente de Cintia.
—Cariño, qué bueno que has vuelto —murmuró la mujer después de aclararse la garganta—. Te llevaré a lavarte. Mírate, están tan…sucia. Debes haber tenido una vida difícil en el campo.
«Sigue recordando a los demás que vengo del campo. Parece que en verdad me odia».
En el momento en que Ariadna se disponía a hablar, una voz grave sonó detrás de ella.
—Oye.
Todos se volvieron de inmediato hacia el dueño de la voz y, al contemplar a la persona que bajaba del helicóptero, se paralizaron en su lugar.
Era Valentín. Valentín Navarro, quien manejaba la economía mundial con cada uno de sus movimientos.
—¿Señor Navarro? —Soledad se abalanzó hacia él emocionada para darle la bienvenida—. ¿V-vino a mi fiesta de cumpleaños? ¡Gracias!
Soledad no podía ocultar la alegría en su rostro, y el rubor en sus mejillas estaba a la vista de todos. Al principio, pensó que Valentín solo había enviado a alguien para felicitarla por su cumpleaños, pero resultó que él mismo había aparecido.
«¡Ha llegado mi momento de florecer, el momento de tener una vida feliz!»
Si hubiera podido, habría saltado de alegría.
Los que la rodeaban la miraron con envidia. Aunque solo era una hija adoptada, parecía haber conseguido la atención de Valentín y eso significaba que solo le esperaba una buena vida por delante. Sin embargo, en el instante siguiente…
—¿Quién eres tú?
Valentín frunció el ceño como si acabara de notar a Soledad. La impaciencia y la confusión en sus ojos eran visibles para todos. Valentín no conocía a la joven que tenía delante.
—Pfff… —Algunos invitados no pudieron contener la risa.
—Pensé que el señor Navarro estaba aquí para desear a Soledad un feliz cumpleaños, pero resulta que ni siquiera sabe quién es.
—¡Ja, ja, ja! Esto es muy gracioso. Si yo fuera ella, enterraría todo mi cuerpo en la tierra y no volvería a salir.
En ese momento, la expresión de Soledad cambió de deleite a sorpresa y luego a vergüenza. Al final, dirigió una mirada asesina a los dos miembros de la alta sociedad que se reían. Al final, Cintia fue la más rápida en recobrar la compostura y dio un paso al frente.
—Señor Navarro, no sabíamos que vendría hoy —dijo ella—. Es un honor para nosotros que haya venido. Hoy es el cumpleaños de mi hija, así que ella pensó que venía a desearle un feliz cumpleaños. Parece que está aquí para discutir la colaboración empresarial con Poli. Él está arriba, así que, por favor, entre.
Las miradas de burla de los invitados desaparecieron al instante. También era un honor que Valentín fuera a la casa de su socio a discutir un acuerdo. Sin embargo, al minuto siguiente…
—¿La conozco?
El gesto de invitación de Cintia se congeló en el aire.
«¿El señor Navarro…no me conoce?»
Una vez más, los invitados intentaron contener la risa.
«¿El dúo madre-hija está aquí con fines cómicos?»
En su interior, Cintia se sentía avergonzada por la incomodidad.
«Si Valentín no me conoce, entonces ¿por quién vino aquí?»
De repente, recordó que Ariadna Morales, a quien todos miraron con desprecio, había bajado del helicóptero de Valentín. Su aparición fue demasiado repentina y sorpresiva, ya que se encontraba demasiado desaliñada. Por un largo tiempo, no pudo pensar que Valentín y Ariadna estuvieran relacionados de alguna forma.
«¿Acaso Ariadna conoce a Valentín?»
En el momento en que ese pensamiento surgió en su mente, vio a Valentín pasar junto a ella y dirigirse hacia Ariadna.