—No era mi intención darle la noticia, sé que rompería su corazón. No obstante, de alguna manera se enteró y por eso ahora insiste que vaya a buscarla. Ya que no estás ocupada con nada y no has visto a tu abuela por años, pensé que podía acompañarme —explicó Hipólito con seguridad.
—¡Claro! Solo dame un momento para vestirme —respondió Ariadna, sabía que negarse no era una opción.
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