Capítulo 7 Imposible de olvidar
Mientras Ariadna estaba absorta en sus pensamientos, algunas mujeres de la alta sociedad se le acercaron de forma amistosa.
—Señorita Morales, luce muy bonita en persona. ¿Seamos amigas?
—Señorita Morales, tiene una muy buena figura. ¿Le molestaría compartir algunos consejos para mantenerse en forma?
—Deberíamos intercambiar contactos. Ya que está de regreso en Distrito Jade, deberíamos mantenernos en contacto con más frecuencia.
Esas mujeres parecían ser muy amistosas y estar muy interesadas en ser amigas de Ariadna. Sin embargo, ella podía percibir con claridad sus verdaderas intenciones, pero fingió ignorancia y asintió con una expresión inocente.
—Por supuesto, me encantaría hacer amigos aquí.
Mientras las mujeres de la alta sociedad se juntaban alrededor de Ariadna, y conversaban con ella con entusiasmo, Soledad, quien estaba arriba, por fin se despertó. Vio a Cintia, quien le sostenía la mano con fuerza, preocupada, mientras que Hipólito parecía distraído como si no estuviera preocupado por ella. Soledad manifestó el resentimiento de inmediato. «Todo es por esa zorra de Ariadna que mi padre ya no me ama». Como se sentía ofendida y frustrada, comenzó a llorar.
—Madre.
—Cariño, por fin despertaste. No llores, no llores. —Cintia consoló a su hija y podía sentir su dolor.
Después de comprobar que Soledad estaba bien, Hipólito les dijo a las dos mujeres que tenía que bajar.
—Todavía hay muchos invitados abajo. Voy a ir a entretenerlos —dijo el hombre.
Antes de que la madre e hija pudieran responder, Hipólito ya se había dado vuelta y se había marchado. Después de que cerró la puerta, Soledad ya no pudo controlar la frustración y tiró una almohada contra la puerta.
—Madre. Solo mira a padre. Ya no puedo soportarlo. Quiero que Ariadna desaparezca ahora mismo.
Cintia también estaba enfurecida. Se suponía que era la celebración de la fiesta de cumpleaños de su querida hija. Sin embargo, Ariadna se había robado toda la atención. Cintia suspiró profundo para calmarse, y en cambio, trató de consolar a su hija.
—Cariño, no nos apresuremos. Si algo malo le sucede justo después de haber regresado al país, tu padre sin dudas sospecharía de nosotras. Como sabes, tu padre es muy machista y odia cuando las personas no lo escuchan. Entonces, debes tener paciencia y no actuar de forma impulsiva.
—Entonces, ¿qué deberíamos hacer ahora? —Soledad se tapó el rostro con las manos y comenzó a llorar de forma desconsolada—. Mi fiesta de cumpleaños está arruinada. Todos van a empezar a burlarse de mí. La actividad preferida de esas mujeres es chismosear a las espaldas de otras personas.
Justo cuando Cintia estaba por responder, Jana golpeó la puerta y entró a la habitación.
—Tengo excelentes noticias, señora Sandoval, señorita Soledad, ¡hay otro motivo especial para celebrar! —exclamó la niñera, quien sostenía un sobre.
Soledad no estaba interesada en saber lo que era y miró para otro lado.
—No hay nada para celebrar, todo está tan arruinado. Hoy es el peor día de mi vida.
No hacía falta mencionar que Ariadna había sido el centro de atención durante toda la fiesta, y que Soledad se había desmayado frente a todos. ¡Vaya a saber lo que comentaban esas mujeres de la alta sociedad! Mientras tanto, Cintia permaneció serena, y le preguntó a Jana:
—¿Cuáles son las buenas noticias? ¿Qué tienes en la mano?
—Acabo de recibir un documento para la señorita Soledad. Tiene el emblema de la Real Academia de Baristas —explicó Jana caminando hacia ella con entusiasmo.
—¿De verdad? —Cintia enseguida tomó el sobre de la niñera.
Después de abrirlo, y ver el contenido, sujetó la mano de Soledad con entusiasmo y exclamó:
—Soledad, ¡son buenas noticias! Has salido primera en la Competencia de Baristas de la clase alta.
La Competencia de Baristas de la clase alta era una competencia organizada por los mejores baristas del mundo. El ganador de la competencia sería el embajador del café Ocaso, que pertenecía al Grupo Navarro. Ya de por sí participar de la competencia no era sencillo.
Cintia estaba muy eufórica de que su hija hubiera ganado la competencia. Para ella, realmente era un gran honor.
Soledad sentía el mismo entusiasmo que su madre, y miró los documentos varias veces. Además de las palabras de felicitaciones, también anunciaba en el documento que tenía que asistir a la ceremonia de premiación que se iba a llevar a cabo en el Hotel Internacional en Noria la semana siguiente. Según la tradición, Valentín también iba a asistir personalmente a la ceremonia de premiación para anunciar al nuevo embajador del café Ocaso, como así también, para entregar los premios. De repente, Soledad se sintió motivada al pensarlo. Cintia sonreía de oreja a oreja mientras decía:
—Estoy segura de que le has dado una buena impresión al señor Navarro en la fiesta de cumpleaños. Cuando vayas a la ceremonia de premiación, estoy segura de que se sorprenderá y te verá con otros ojos.
—¡Exacto! El señor Navarro sin dudas se acordará muy bien de mí. Después de que me convierta oficialmente en la embajadora, esas mujeres de la alta sociedad chismosas tendrán que cerrar la boca —respondió enseguida Soledad, sujetando el papel con fuerza.
No solo podía convertirse en el centro de atención de nuevo, sino que Soledad también esperaba poder dejar una impresión inolvidable en Valentín.
—¡Es una ocasión alegre que merece celebrarse!
—Esta es la recompensa por traernos tan buenas noticias —dijo Cintia mientras se quitaba el brazalete de jade de la muñeca y se lo daba a Jana.
Sin embargo, Jana rechazó el regalo por instinto.
—Señora Sandoval, no puedo aceptarlo. Todo lo que hice fue recibir el documento. ¿Este brazalete no debe costar al menos algunos cientos de miles?
Cintia le puso de nuevo el brazalete en la mano a la niñera.
—Bueno, esto vale mucho más que unos pocos cientos de miles. Solo llévalo a cualquier negocio, y te darán un precio de al menos un millón. Por supuesto, además de que esta sea tu recompensa, voy a necesitar tu ayuda para algo más.
Un dejo de ambición se reflejó en la mirada de Jana.
—¿En qué puedo ayudarla? Solo dígame, señora Sandoval, haré lo mejor posible. —Le preguntó Jana, tentada por la oferta mientras se quedaba con el brazalete.
—Ayúdame a vigilar a Ariadna e infórmame cada vez que notes alguna actividad inusual de su parte.
—Entendido. Voy a vigilar de cerca a esa marimacho del campo.
No había rastros de pena en la mirada de Cintia cuando escuchó las palabras de la niñera.
«¿Ariadna es realmente del campo?»
Cintia no pudo evitar asombrarse ya que no tenía noticia de los hombres que había enviado y todavía no habían regresado. Además, la dirección provista por Ariadna era en la Isla del Sur que, sin dudas, no era el campo. Cuando Ariadna les dio la dirección, Cintia no había pensado mucho en ello. Creyó que Ariadna había ido a trabajar a la Isla del Sur ya que, después de todo, habían pasado muchos años. Sin embargo, al juzgar por las circunstancias de ese momento, Cintia sentía que debería investigar en detalle lo que había estado haciendo Ariadna y dónde había estado en los últimos diez años. No parecía posible para una niña que había crecido en el campo tener un comportamiento tan elegante. Al pensarlo, Cintia no puedo evitar recordarle a su hija:
—Sole, mamá piensa que Ariadna no es tan sencilla como parece. Antes de que se me ocurra un plan, no hagas nada apresurado, ¿sí? Deberíamos mantener un bajo perfil y evitar complicaciones por el momento.
—Lo sé, lo sé.
Aunque Soledad estaba de acuerdo, no creía que las preocupaciones de su madre estuvieran justificadas. «Además de heredar la buena apariencia de su madre, es probable que solo sea una campesina. ¿Qué tan amenazante puede ser? No creo que sea posible que haya heredado la inteligencia de su madre». Para Soledad, inteligencia y talento eran el resultado de la crianza y no de la naturaleza.
Soledad era buena en las artes, y tenía una buena reputación en el círculo de las mujeres de la alta sociedad. Además, había obtenido sus logros después de gastar mucho dinero en varias clases y entrenamiento. Como tal, a la mujer le parecía ridículo pensar que tenía que ser precavida con una campesina así que lo que sucedió fue el resultado de un error puntual de su parte.
—Madre, tengo una idea. Quiero invitar a Ariadna para que asista a la ceremonia de premiación conmigo para que se dé cuenta de que no tenemos nada que ver y se sienta mal consigo misma.
Después de pensarlo por un momento, Cintia estuvo de acuerdo con que era una buena idea.
—Claro. Invitemos a Ariadna y a tu padre. Eso hará que tu padre vea que eres una hija más valiosa que Ariadna.
Madre e hija se entusiasmaron al pensar en que Ariadna podía ser humillada por completo en la ceremonia de premiación. Después de todo, solo la apariencia no era suficiente para que una campesina gane terreno en Distrito Jade.