Después de quejarse penosamente con Valentín, Penélope se dio cuenta de que él ni siquiera la estaba escuchando, sino que su mirada estaba enfocada en Ariadna. Valentín guardó silencio porque le descomponía el olor del perfume de ella; sin embargo, todo iba acorde a su plan.
La única razón por la que había elegido a Penélope era porque sus ojos se parecían un poco a los de Ariadna. Estaba claro que no era más que un parecido ya que, para él, nadie podía estar a la altura de la belleza de su esposa. Sin embargo, su intención era ver la reacción de Ariadna.
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