A la mañana siguiente, el empleado que tenía que vigilar al asesino fue a curarle las heridas y, para su sorpresa, había desaparecido. Corrió hacia Salvador de inmediato y le informó lo sucedido, así que este le informó con rapidez a Cornelio y Abelardo.
Cornelio se dirigió con rapidez a la sala donde estaba el asesino; después de revisar el lugar, se dio cuenta de que alguien lo había salvado y, sin perder más tiempo, le avisó a su padre.
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