Los alumnos, excepto los que se presentaban al examen, se sentaron y los padres empezaron a entrar al auditorio.
Cecilia guio a Susana hasta unos asientos en el centro. La última había pasado toda la tarde de compras en compañía de la madre de Violeta, así que, cuando por fin pudo sentarse, suspiró. «Guau, las piernas me están matando. Ya no soy tan joven como antes», pensó antes de que las luces del escenario se encendieran. Entonces, el director subió con un micrófono en la mano:
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