Jorge enseguida comenzó a marearse. Si no hubiera estado sentado todo ese tiempo, sus piernas hubieran cedido y se hubiera caído al suelo. Nunca había estado tan arrepentido. Se arrepentía de haber hecho esa promesa estúpida. «¿Por qué demonios acepté sentar posición de forma pública contra Valentín?». Si Jorge hubiera sido honesto de verdad, muchos lo hubieran ayudado y protegido. Sin embargo, la situación en ese momento hizo que él fuera el objetivo. «¡Estoy acabado!».
Uno de los periodistas no era tan valiente.
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