Ya en el auto, los ojos de Donato estaban fijos en el paisaje fuera de su ventana, su mirada sombría reflejaba determinación.
«Ariadna no puede culparme por esto. Tengo que terminar mi misión de completar mi carrera de profesor y con una influencia tan mala en mi clase, me arruinará. No tengo otra opción, tengo que hacerlo».
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