—¿Preguntas por qué? ¿Maldita? ¿Así es como describes a tu propia sobrina? Espero que no te olvides que ahora eres su madre —dijo Hipólito entre dientes.
Ella frunció los labios nerviosa y se maldijo a sí misma por haberse precipitado a llamar a Ariadna una portadora de la mala suerte; sin embargo, parpadeó y le vino una nueva idea a la mente.
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