«¿Esa no es Ariadna? ¿No se había muerto? ¿Cómo podría estar en Distrito Jade? A menos que...». De repente, tuvo un pensamiento y se le enrojecieron los ojos. «Ariadna, ¡eres tan cruel al engañarme de esta manera!». En ese momento, Arón hervía de ira. Mientras miraba la fotografía de Valentín y Ariadna, apretó las manos y se le comenzaron a notar las venas en sus pálidos brazos.
—¡Qué actuación tan increíble la de ustedes dos!
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