—Cuando le llevé la comida y vi que no había nadie allí, abrí la puerta y revisé, pero antes de que pudiera darme cuenta, me golpeó. Ella ya se había ido para cuando recobré la consciencia —explicó la mujer con un tono de preocupación.
Preocupada de que Celia no fuera a creerle, incluso se frotó el lugar donde la habían golpeado.
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