Jairo había escalado la mitad del árbol y estaba a punto de llegar a ver el interior del estadio cuando le sonó el teléfono de repente. Mientras rodeaba el árbol con el brazo derecho, utilizó el izquierdo para sacar el teléfono, pero el bolsillo izquierdo estaba vacío, así que rápidamente rodeó el árbol con el otro brazo y utilizó el derecho para buscar el teléfono. Para su sorpresa, su bolsillo derecho también estaba vacío y fue entonces cuando se dio cuenta de que había dejado el teléfono en su chaqueta, la cual se encontraba en el suelo. Miró hacia abajo; estaba a punto de ponerse a llorar.
—¡Maldición! ¿Quién será? —maldijo en voz baja mientras sus ojos se ponían rojos.
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