Ariadna se puso en puntas de pie para devolverle el beso apasionado. «Qué bien se siente amar y ser amada». Valentín intentó desabrocharle la blusa, pero ella lo detuvo.
—No podemos —susurró ella mientras intentaba recuperarse de la ternura de sus labios—. Tengo que levantarme temprano mañana. —A pesar de morirse de ganas por hacerlo, recordó que al otro día viajaba a Libernia.
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