La reacción de Ariadna no era la que él había esperado. Pensó que ella estaría disgustada y ansiosa. De hecho, quizás hasta agarraría a Graciela y le demandaría saber qué era lo que había sucedido, pero, para sorpresa de él, apenas pronunció palabra antes de cerrar la puerta. «¿Qué es lo que ocurre? ¿Puede que lo haya malentendido? ¿Será que Ariadna nunca estuvo interesada en mí?».
—¡No! ¡Eso no es posible! —Julián descartó la idea.
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