¿Quién se iba a imaginar que los ravioles podrían ser un plato celestial? Al darse cuenta de que Susana podía comer ese delicioso plato todos los días, no pudieron evitar mirarla con envidia.
Al fin, después de escuchar cómo sus amigas elogiaban a Ariadna, su estado de ánimo mejoró muchísimo. «Parece que hice lo correcto al aceptar a Ariadna, ya que nunca me ha decepcionado, ni en el incidente en la feria, ni con sus resultados, ni tampoco ahora delante de mis amigas. Parece que me desilusionaré si no me pongo de su lado porque siempre tiene razón. Nunca me ha defraudado». Susana esbozó una sonrisa de satisfacción.
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