Genaro levantó la mirada y observó a Ariadna que estaba frente a la alacena, era digna de ver, si bien el delantal era viejo y estaba manchado, ella se movía con gracia como si en vez de llevar un delantal harapiento tuviera puesto un vestido costoso. Ariadna podía ser muy bonita, pero se veía fuera de lugar en la cocina.
La expresión de Genaro se desfiguró cuando escuchó al gerente.
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