—Ya lo dije antes, debes dirigirte a mí como «señora presidenta» —respondió con voz distante y con los ojos entrecerrados.
Al oír eso, la mirada del hombre reflejaba preocupación. Quería reírse a carcajadas de ella, pero se vio incapaz de decir una sola palabra ante su aura dominante. Después de un largo momento de silencio, al fin recuperó su compostura y forzó las palabras para que salieran de su boca.
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