Marcos no abandonó el escenario tras mostrar la inocencia de Ariadna. En su lugar, comenzó a contar el incidente con Celeste y otras historias que mostraban la falta de ética de Donato con Ariadna.
Durante todo el discurso de Marcos, el rostro de Donato se contorsionó con una furia tan intensa que parecía que estaba a punto de estallar. Sin embargo, su parte racional le recordó que, si lo hacía, arruinaría por completo la poca dignidad que le quedaba como profesor.
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