Violeta y Cecilia también lo notaron. Mientras Susana estaba en el lavamanos, Violeta les entregó galletas empaquetadas a los alumnos mientras le susurraba a Cecilia:
—Mamá, nunca imaginé que tu habilidad para la pastelería me vendría tan bien. Todo el mundo piensa que tus galletas y postres son exquisitos.
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