Samuel había reservado un espacio privado, pero tenía que pasar por la mesa de Ariadna para llegar hasta ahí. Julián consiguió divisar a ella, quien en ese momento estaba disfrutando de su parrillada. Era fácil dejarse cautivar por su dulce sonrisa y su extraordinario comportamiento. Al verla, Julián dejó escapar una risa.
«¡Ja! Me ha rechazado tantas veces y, sin embargo, preguntó por mi agenda y vino hasta acá solo para fingir que se encontraba conmigo por casualidad. Sabía que se estaba haciendo la difícil».
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