«Así que pronto será de Ariadna, ¿eh? Bien. ¿No es famosa en Internet por su aspecto? Me aseguraré de que tenga un rostro que nadie se atreva a mirar». Yeimi comenzó entonces a rebuscar en sus cosas y pronto encontró un frasco de polvo amarillo claro y lo esparció uniformemente por todo el escritorio. Este era diferente de los demás ya que lo había hecho a medida y estaba hecho de madera de olmo. Una vez que el polvo caía en los surcos de la madera, se camuflaba. Si no lo miraban bien de cerca, nadie lo notaría. El mínimo contacto con el polvo haría que la piel picara y se pudriera. Sin un antídoto especial, la piel quedaría desfigurada para siempre.
Yeimi sonrió con frialdad cuando fantaseó con lo desfigurada que iba a quedar Ariadna y eso se le levantó el ánimo. De manera arrogante y burlona, tomó sus cosas y se fue.
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