El corazón de Violeta se aceleró en el momento en que vio a Ariadna entrar por la puerta de la biblioteca. Decidida a no permitir que Arón la viera, se puso delante de él y le tapó la vista.
—En realidad, no hay nada interesante que ver aquí, así que ¿por qué no vamos primero al museo de la universidad? —habló con una sonrisa irónica.
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