Ariadna les mostró a todos. Se puso en cuclillas y apretó despacio la bolsa de sangre. El paquete estalló de inmediato, haciendo que el líquido rojo fluyera por todo el suelo. Realmente parecía sangre y era bastante aterrador. Al ver eso, todo el mundo exclamó conmocionado. Cintia, con una expresión de desagrado en su rostro, se estremeció. Nunca esperó que su supuesto e impecable plan fuera arruinado con tanta facilidad por Ariadna.
«Estoy condenada. ¿Qué debo hacer?».
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