El peso de Heber era suficiente como para darse cuenta de que era de buen comer. Cuando escuchó lo que dijo Ariadna, se alegró y fue directo a la sección de frutas. Joaquín no pudo evitar sacudir la cabeza en señal de haberse quedado sin palabras y luego, como un caballero, se dio vuelta hacia Tamara y le sugirió:
—Vayamos nosotros también.
Obtiene más cupones de libro que los de la appRecargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread