Cintia conocía muy bien a Hipólito. Desde que tomó la decisión y ordenó a sus hombres que la detuvieran, las posibilidades de que cambiara de opinión eran muy pocas. El sueño de su vida era arrebatarle a María el control de Grupo Sandoval ya que estaba segura de que podría manejarlo mejor que su hermana. El dinero no era su prioridad, en cambio, su objetivo final era superar los logros de María y estaba decidida a hacerlo.
«Sí Hipólito vende la empresa, esos viejos se unirían definitivamente. Cuando eso suceda, será muy difícil para mí echarlos uno por uno». Se rio y lloró ante ese pensamiento, burlándose de sí misma por haber elegido a la persona equivocada y haber terminado en un lío.
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