Todo sucedió tan rápido que Ariadna ni siquiera tuvo tiempo de estabilizarse. Justo cuando creyó que iba a sufrir una caída fea, una mano la tomó de la muñeca y la llevó a su lado. Un momento después, quedó envuelta en un abrazo cálido y firme con aroma a madera de cedro.
Valentín también quedó sorprendido. Por fortuna, su reacción fue lo suficientemente rápida y, tan pronto como tomó a Ariadna, abrió los brazos para sujetarla.
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