Ariadna siempre se había fijado en los pequeños detalles y no pasó por alto el comportamiento caballeroso de Valentín, ante lo cual, se le aceleró el corazón. No obstante, ella también era una persona razonable, así que se apresuró a obligarse a salir de su ofuscación. Había sido una tonta muchas veces antes, por ende, no quería ponerse en esa situación incómoda nunca más.
«Solo somos amigos». Ariadna se insistió a sí misma.
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