Las palabras de confianza de la joven al fin lograron calmar a su amiga. Sin embargo, ella aún sentía que se le erizaba la piel de la inquietud y al mismo tiempo tenía una sensación de mal presagio. En ese momento, el profesor Salguero ingresó al aula.
—Queridos estudiantes, les pido disculpas por mi tardanza. Tuve que resolver algunos asuntos —explicó mientras colocaba los materiales sobre el escritorio. Hizo una pausa y continuó—: Además, tengo que hacerles un anuncio. Mañana, un profesor de la Universidad Maxter visitará nuestro campus, dará una charla y les enseñará algunos consejos útiles de estudio, así que asegúrense de prestar atención durante la charla.
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