A pesar de que el tono de Donato no era agresivo como antes, sin duda, se mostró firme sobre el formulario de solicitud; parecía que no iba a dejarla ir hasta que lo completara. Ariadna se encontraba entre la espada y la pared ya que no podía rechazar su oferta sin quedar expuesta. Por ello, suspiró, extendió la mano y tomó el formulario.
—Me alegra que hayas seguido mi consejo. —Donato le entregó un bolígrafo—. Puedes volver a clase una vez que termines de completarlo —dijo mientras se ponía de pie y le ofrecía su silla.
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