Ariadna tenía la cabeza sofocada de pensamientos. Luego de estar parada en el jardín durante varios minutos, logró llegar a una conclusión antes de regresar a la sala de emergencias. Cuando llegó a la entrada, vio a Cintia llorando en los brazos de Hipólito, corrió hacia ellos y preguntó:
—Padre, ¿qué le sucedió a la tía Cintia?
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