Violeta lloraba sin consuelo mientras corría tras bastidores y, de camino, pasó por al lado de Ariadna, quien estaba por subir al escenario. No había visto la trasmisión en vivo cuando estaba detrás del escenario, pero había escuchado lo que había dicho Violeta por el micrófono. Era evidente que Esteban no había quedado impresionado con su actuación. «De todos modos, eso no tiene nada que ver conmigo». De casualidad, cruzaron miradas.
—Ariadna no te halagues tanto. ¡No serás mejor que yo! Si el señor Palomar no vio nada en mí, es mejor que no salgas para no pasar vergüenza —dijo Violeta apretando los dientes.
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