—Es por eso por lo que lo observaré por tres meses —dijo Raúl mientras se frotaba la frente—. Si se comporta e Ivana está dispuesta a aceptarlo, que así sea. Por favor, vigílalo durante este tiempo. Si comete algún error, entonces no le daré más oportunidades.
—Déjelo en mis manos, señor Acuña —asintió Edmundo de inmediato.
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