Ariadna le agradeció al profesor con humildad y se sentó en su lugar. Mientras miraba a su alrededor, vio la mirada furiosa de Celeste y la espalda erguida de Violeta.
Ariadna no quería que se conozca su habilidad para hablar inglés londinense, pero por el bien de Tamara, no tuvo opción.
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