La joven llevaba un vestido blanco muy seductor, que parecía un loto blanco cuando se ondeaba con la suave brisa. Por su apariencia ostentosa, Ariadna pensó que era Violeta, entonces decidió ignorarla y se fue hacia su residencia. Por desgracia, esta se adelantó y extendió la mano para detener a Ariadna, quien la miró con frialdad y le preguntó:
—¿Qué quieres decir esta vez?
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